Luego del parto, el pedazo de cordón umbilical que va adherido al bebé, en el momento del corte tiene un color blanquecino. Pasadas las primeras horas de vida, empieza el proceso normal de caída del cordón umbilical. Ésta se produce como consecuencia de un doble proceso de deshidratación (momificación) y putrefacción (dependiente de bacterias).
El cordón se oscurece progresivamente y se seca (sin embargo, el punto donde se junta con el abdomen sigue manteniendo una consistencia menos rígida), hasta caerse en 8- 21 días dependiendo del tipo de parto (más tardío en las cesáreas), el grosor del cordón y del antiséptico utilizado en el cuidado del cordón.
En ningún caso se debe estirar para acabar de desprenderlo, aunque esté sólo unido por una delgada tira de piel, el estirarlo puede favorecer una peligrosa hemorragia. Es posible que sangre un poco al desprenderse de forma natural, pero en ese caso, la hemorragia se detiene por sí sola inmediatamente.
La humedad excesiva, la infección y en definitiva, el mal cuidado, puede provocar un retraso en todo el proceso. Si el retraso es muy prolongado (varias semanas) debe pensarse en la posibilidad de un problema asociado (infecciones, problemas inmunológicos, etc.) o cuidados inadecuados.
Al caer el cordón deja una pequeña herida que cicatrizará en 3 a 5 días. El ombligo puede sangrar cuando cae el cordón (algunas pocas gotas de sangre roja). Esto no reviste ninguna importancia. Si tarda en cicatrizar se puede formar un pequeño bulto o granuloma.
Si el bebé ya tiene más de dos semanas de vida y su cordón umbilical aún no se ha caído, es necesario acudir con su pediatra para que lo revise y si es necesario investigue enfermedades que se relacionan a la caída tardía del cordón umbilical.
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